Otitis serosa
Muchas son las dudas que surgen a los padres cuando sus hijos tienen problemas de audición, infecciones de oído u otros problemas relacionados con la otorrinolaringología. Es muy frecuente en nuestra consulta que los padres acudan con sus hijos porque el pediatra les ha dicho que su hijo tiene «moco en el oído» y están asustados, nos suelen preguntar si su hijo se puede quedar sordo. En principio, y tomando de referencia las estadísticas, podríamos decir que estamos ante una otitis media crónica seromucosa (OMS). Esta patología, es la más frecuente en la edad pediátrica, especialmente en los niños menores de 8 años y se caracteriza por una inflamación crónica del oído medio acompañada de una colección líquida en la misma.
Rinitis
Se caracteriza por síntomas como la congestión nasal, rinorrea (moquillo), estornudos y picor de nariz. Dentro de las rinitis, la más frecuente es la rinitis alérgica, relacionándose hasta en un 80 % de los casos con asma de igual origen. Estas rinitis pueden ser intermitentes o persistentes en función de la persistencia de los síntomas, y en casos moderados o severos, pueden limitar claramente la vida de los pacientes y en el caso de los niños, condicionar su vida social y escolar.
Amigdalitis
La faringoamigdalitis aguda es un cuadro frecuente en la infancia. La gran mayoría de las infecciones faringoamigdalares son víricas pero un porcentaje de ellas se debe a cuadros bacterianos. En esta patología es básico el diagnóstico de confirmación de cara a establecer o no un tratamiento antibiótico y evitar así el uso innecesario de los mismos y la creación de resistencias, y minimizar las secuelas secundarias a un tratamiento incorrecto.
Disfonía
La disfonía es la alteración de la voz del niño de tal forma que difiere de los demás niños del mismo sexo y similar edad. En el caso de los niños, el «abuso vocal» es la causa de aproximadamente la mitad de las disfonías, entendido éste como un uso excesivo o mal uso de la voz. Dentro de las lesiones que este abuso vocal puede producir en un niño, la más frecuente son los nódulos. Aunque en la mayoría de los casos se resuelven espontáneamente con la llegada de la pubertad, es necesario un diagnóstico precoz que nos permita, en primer lugar, descartar otras patologías.